Trabajo de 2010
Llegué buscando un espacio para llenar, un espacio que estuviera a la disposición de mis exigencias, un espacio para invadir. Al toparme con el espacio me absorbió, descarte entonces mi plan de hacer una instalación externa al lugar. Llegué a un vacío mas grande de lo que me imaginaba, imposible de llenar con lo que traía. Entonces me deje llevar por el recorrido, por los imaginarios que surgía cada cuanto observaba. Me quedo claro que había llegado demasiado tarde. Mis puntos de referencia no alcanzaban mi propia memoria eran imágenes de lago que nunca vivi. Recorrer el sitio me brindó distintas sensaciones que oscilaban entre alucinar un mundo irrecuperable, una nostalgia en los escombros y la sensación liberadora que ofrece un espacio sin ningún significado concreto. Entre estas dos sensaciones se construye un vacio en el cual se convierte en un gran deposito de recreaciones imaginarias.
Para la instalación “Sin Aventura no hay foto” que presenté en el Museo del Ferrocarril de Oaxaca, parto de un paisaje –el patio de llegada de los trenes- que al ser abandonado quedó congelado en el tiempo, como una foto. Al volver a ocuparlo, sin embargo, se percibe una nueva condición que va mucho mas allá de lo funcional; las vías oxidadas, la hierba que crece desmedida, la luz del sol, el brillo de la luna, incluso los ocasionales transeuntes, se vuelven elementos de un paisaje insólito. Remarco las rieles con nuevo brillo que se pierde entre las hierbas, que se dirige a un destino incierto. Con esto busco enfatizar la ambigüedad del ambiente, revestirlo con un devenir expresivo más que funcional. La aventura radica en aquel imaginario.



orales.. me gustan las fotos
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